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Epopeya de los quince jinetes

Les Luthiers

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Marcos Mundstock:
A continuación Les Luthiers interpretarán la "Epopeya de los quince jinetes", oratorio autóctono para conjunto folklórico, relator, quince jinetes, caudillo perseguido y caballo paradigmático. No mencionaremos a los autores de esta epopeya, porque ellos mismos han elegido el anonimato. Y como surge de los méritos artísticos de la obra, no por falsa modestia sino por auténtica prudencia. Bastará con decir que en los anales de la Sociedad de Autores esta obra figura, no como inscrita, sino como denunciada.

Marcos Mundstock: Quince criollos cabalgan en busca de Eleuterio Manzano. Eleuterio Manzano, un caudillo como pocos... Hombre reservado y taciturno, nadie supo nunca si estaba triste o alegre, si estaba con los federales o con los unitarios...Si estaba o no estaba. Era hombre de pocas palabras: "cuchillo", "vino", "moneda", "venga mi negra"... Jamás olvidaba sus promesas, y a veces hasta llegó a cumplirlas. Eleuterio Manzano supo vender caras sus derrotas... y así se fue haciendo una posición. Hoy vamos a contar la verdadera historia de su captura, la gesta de los quince valientes que un día partieron detrás del rastro de Eleuterio Manzano. Los quince criollos cabalgan en silencio. Las guerras de la Independencia han terminado, pero no cesa el clamor de la guerra civil. Los quince criollos cabalgan en silencio. Han perdido la caballada a mano de los indios, pero siguen unidos por el mismo ideal, unidos por la misma misión y unidos porque todos montan sobre el mismo caballo. El sufrido animal soporta el esfuerzo, sin una palabra de reproche.
Coro: (Milonga) ¡Quién usurpó tu epopeya
caballito, caballito criollo!
Soportas quince jinetes
y sus órdenes altivas
me imagino lo que piensas
de sus madres respectivas.

Tienen un caballo más... pero lo guardan de refresco. Son quince criollos, quince historias... Delante de los demás, aferrado como puede al cogote del caballo, va el rastreador Antenor Vituperio. Hace tres años le hicieron oler una bota de Eleuterio Manzano, y desde entonces no come ni duerme... no come ni duerme siguiendo el rastro. Detrás de Antenor, el valiente capitán Saturnino. Con los ojos entrecerrados se recuerda en la batalla de Costurón del Camote, lanzándose al galope contra el enemigo, al grito de: "¡Que me sigan los que quieran, victoria o muerte...!" Todavía le parece escuchar a sus espaldas el bramido de sus hombres..."¡Mi Capitán buena suerte!" Y están los demás, los bravos sin nombre, los héroes anónimos: el morocho de bigotes, el de la cicatriz, el de la blusa de broderie... Cerrando la marcha, donde el borde posterior del caballo se asoma al vacío de la pampa, va el Sargento Floreal, aferrado a la cola del animal. Son quince criollos...

Coro: (Zamba) Son duros en apariencia
pero por dentro dulzones,
por eso los bautizaron:
...los quince melones.

Los quince criollos cabalgan en silencio en busca del enemigo. Pero hay algunos que no están, como Cornelio Argüello. En la Posta de Guanaco Mocho le habían propuesto que se incorporara. Él quiso incorporarse... pero se volvió a caer y pidió más vino. Tampoco está Filomeno Báez. En la villa de Remezón del Pavo ha desertado, enredado en las faldas de una dama. Trataron de desenredarlo, pero la falda era de encaje y no podían perder más tiempo.

Coro: (Gato) El amor arde en el pecho, igualito que el alcohol
El alcohol cura las heridas, igualito que el amor
El amor embriaga al hombre, igualito que el alcohol
El alcohol lo debilita, igualito que el amor
Algunos hasta confunden
el vino y la mujer bella,
llevan su amada a los labios
y se acuestan con la botella.

Los quince hombres cabalgan en silencio en busca del escondite de Eleuterio Manzano. Aquí y allá, los perros ladran a su paso...

Coro: (Milonga)
¡Quién usurpó tu epopeya,
perrito, perrito criollo!
Algún día harán tu estatua
con los más lujosos mármoles,
y aunque te ignoren los campos
nunca te olvidan sus árboles.

El arsenal era muy magro. El embajador McMillan les había ofrecido seis cañones, pero con la condición de que no los usaran con fines bélicos. El traficante Rosales les había prometido armas largas, y les envió quince garrochas. El mismo Capitán Saturnino lleva solamente aquel inseparable puñal de mango de plata con incrustaciones de marfil... clavado en la espalda. El que va detrás del capitán, lo usa para colgar la cantimplora.

Coro: (Triunfo)
Tal vez la valiente tropa
tan pobre, tan desarmada
por poco tiempo resista.
Sólo algunos de ellos tienen
escopetas recortadas...
recortadas de una revista.

Sin embargo, a sus vidas las han de vender muy caras.
Combatiendo con cuchillos, tenedores y cucharas.

En la última batalla, en Potrero de los Bagres, habían ocultado el único cañón que les quedaba con ramas y hojas... y se lo comieron las hormigas.

Coro: (Milonga)
¡Quién usurpó tu epopeya,
hormiguita, hormiguita criolla!
Tú, que poblaste la pampa,
diminuto animalito,
Dios bendiga tu constancia
y conserve tu apetito.

Los quince hombres cabalgan en silencio buscando el escondite del Eleuterio Manzano. De pronto...

-Sniff sniff...¡Nuestro hombre anda cerca!
-¿Eleuterio Manzano...?
-Eleuterio no sé, pero sus botas seguro.
Frente a los quince criollos, en medio de la pampa, una tranquera y un cartel desteñido por el tiempo: "Granja La Nutritiva".
-¡El cobarde se ha escondido en la granja!
-¡Al ataque mis valientes...!¡Al ataque, a tomar la granja!
Los quince hombres irrumpen en la granja al galope. Una vez adentro, un puñado de mujeres, ancianos y niños son dispersados fácilmente. Sólo encuentran resistencia al tratar de tomar la letrina. Con un tronco improvisan un ariete con el que tratan de derribar la puerta. Desde adentro la enérgica voz de un anciano contesta: ¡¡¡Ocupado!!!

Coro: (Payada)
Saturnino apura al viejo
y le dice con fiereza
- ¡salga inmediatamente!
- ¡Entre usted... si es tan valiente!
Por fin sale, a las dos horas,
doblegada su entereza.
Nadie esperó tal bravura
ni semejante dureza...

Ya están por dejarlo ir, cuando Antenor, el rastreador, se arroja a los pies del viejo y comienza a olfatear sus botas. Al fin, dice con frialdad profesional: -Este es Eleuterio Manzano... Enseguida se forma el pelotón de fusilamiento. El capitán Saturnino le venda los ojos a Manzano, le recuerda sus derechos y le previene que todo lo que diga podrá ser usado en contra de él. Por fin, el capitán le dice:

-Puede pedirme la última gracia- y el reo le pide que imite a un mono.
-Apunten...¡¡¡Fuego!!!

El silencio de la pampa es la única respuesta. Ocho hombres desconcertados, rodilla en tierra, apuntan al pecho de Manzano...con cuchillos y tenedores. Saturnino, con hidalguía, suspende la ejecución. Más tarde en su tienda de campaña, redactando el parte de acción, Saturnino le pregunta al Sargento Floreal:
-¿Cuántas bajas, Sargento?
-Dos bajas, mi Capitán... cuatro, más bien flacas...¡pero las demás están buenísimas! Y ahí estaban las criollitas...

Coro: (Milonga)
¡Quién usurpó tu epopeya,
criollita, criollita criolla

Esa noche se organiza un baile para festejar la victoria.

Coro: (Chacarera)
Ya se atraen con la vista
se enamoran en el acto
ya susurran al oído
y luego pasan al tacto

Unos van a la espesura
otros yacen sobre el pasto
como la granja es pequeña
los catres no dan abasto.

Y aquí se acaba la historia
de valor a troche y moche
ojalá le haya gustado
hasta siempre y buenas noches

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